Molar que sirvió para identificar al bisonte. Foto: Gustavo Mendoza. |
Lo que al principio parecían los huesos de “un caballo viejo” terminaron por ser un descubrimiento único en su tipo para Nuevo León, destaca la arqueóloga Araceli Rivera Estrada, del centro INAH Nuevo León.
Fueron horas de incertidumbre para el equipo de arqueólogos del INAH y de un grupo de estudiantes de la Universidad Humanista de las Américas.
Fue un ejidatario quien reportó el hallazgo, de lo que él creía se trataban huesos de “un caballo viejo”. Tras cinco semanas de excavación se logró explorar el 70 por ciento de la zona del hallazgo.
Al recuperar de los restos fósiles los arqueólogos observaron que el esqueleto había sido desarticulado, lo que parece indicar que sufrió la cacería de los antiguos pobladores de la región.
Sin embargo en la excavación no se encontraron restos de puntas de flecha u otras herramientas de corte relacionadas con los humanos. Pero la arqueóloga asegura que aún no se ha estudiado por completo la zona del hallazgo.
La relevancia del descubrimiento son dos: el tipo de animal que se recuperó y su asociación a los grupos cazadores de entre 11 y 12 mil años, del periodo Paleondio.
“Lo que podemos suponer o sugerir por el momento es que el animal debió haber sido cazado, y eso nos remite a corroborar la presencia de grupos paleoindios en la región”, asegura.
Los bisontes del periodo Paleoindio tendrían un peso superior a las dos toneladas y mayor a los dos metros de largo.
Comido en partes
Los arqueólogos trabajaron por muchas horas para rescatar los huesos del prehistórico espécimen. Algunas de sus costillas miden poco más de un metro, y su mandíbula es el equivalente de un antebrazo. Lo extremadamente duro del terreno dificultó el rescate.
“Se localizó en un terreno muy complicado, y se tuvieron que recuperar bloques muy pesados en donde estaba parte del tórax”.
Al hallarse restos de fogones (hornos) cercanos al hallazgo, se asociaría a que el animal pudo ser consumido bajo el método hoy conocido como “a la barbacoa”.
“El animal estaba desarticulado, faltan algunas partes. Si no encontramos el cráneo así como las extremidades anteriores y posteriores podría sugerirse una práctica de consumo de ciertas partes del animal”, señaló.
Corredor de megafauna
Se le llama megafauna a las especies gigantes que habitaron la tierra durante la última era de hielo que impactó al planeta.
Existe un corredor que es interesante para los arqueólogos, que abarca desde el municipio de China hasta Terán, en donde se han encontrado indicios de diversas especies, como mamut, caballos, llamas y camellos.
“Hay presencia de muchas especies en casi todo el estado de Nuevo León. Desde China, Montemorelos, Linares, Terán, tenemos evidencia de la presencia de distintas especies de megafauna”, expresó la arqueóloga Araceli Rivera Estrada.
Por ahora, no se ha documentado científicamente la relación de estos especímenes con presencia humana. Existen algunos reportes en Mina o Zaragoza, pero no han sido documentados profesionalmente.
Fragmento de mandíbula, mide más de 40 cm. Fotos: Gustavo Mendoza |
Fragmento de costilla. |
Costilla recuperada. |
Ambas piezas miden casi un metro de largo. |
Fotografía del "Bisonte de Altamira". Foto: Tomada de Google. |
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